- El hedor es muy difícil de ocultar. El paso de Arturo del Tiempo por la República Dominicana dejó una estela demasiado confusa como para los que estuvieron próximos no se vean contaminados. Ahí están los 935 kilos de cocaína incautados en el puerto intermodal de Caunedo, de los que no se sabe nada, a pesar que estaban consignados a una empresa del promotor español. Ni siquiera se tiene constancia que la droga haya sido destruida en lugar de entregada con el contenido del resto del furgón al destinatario como si el embarque estuviera limpio de sospecha. Tanto oscurantismo induce a pensar que de nuevo nos encontramos ante «vacas sagradas».
La puesta en libertad de Germán Eduardo Duque García, al variar las medidas de coerción, revela dos evidencias: primera, que la instrucción no estaba lo suficientemente motivada contra el presunto socio del promotor español y, segunda, que la Fiscalía seguramente quiere que el ciudadano colombiano se vaya del país para cerrar el caso. Cierto es que tomó declaraciones pero dado el sesgo de las mismas, se echó tierra para tapar el olor que desprendía. No sólo fue el incumplimiento de Alejandro Moscoso Segarra de no presentar la lista de los propietarios de la torre Atiemar que me hace pensar de esa manera; no se informó de que hubiera sido llamada a declarar la novia del heredero, cuando en otros casos de drogas, antes que la declaración esté firmada, ya se conoce el contenido de la misma. Tuvo que ser una exclusiva periodística de «Clave Digital» la que hiciera resurgir el asunto Del Tiempo.
Soy profundo defensor de la presunción de inocencia. No voy a cambiar ahora porque las dudas se ciernan sobre el jefe de la Policía Nacional, mayor general Guzmán Fermín. Si pido, sin embargo, que la Fiscalía del ahora silente y desmemoriado Moscoso Segarra, haga las investigaciones con el mismo celo y rasero que en el caso de los amigos pardillos de Figueroa Agosto. A éstos se les imputa haber hecho adquisiciones con el supuesto dinero del narcotraficante boricua, sin más sostén probatorio que indicios meramente circunstanciales. Está confirmado que el padre del mayor general tiene un apartamento en la Torre Atiemar, por el que pudo haber pagado, según Ruth Sánchez Vargas, 900.000 dólares.
Si a los amigos de Figueroa se investigó su patrimonio por la relación con el narcotraficante, parece lógico que se haga lo mismo con Guzmán Fermín, por muy mayor general que sea. Si sale indemne, estupendo. No hay duda que Del Tiempo y Guzmán Fermín mantenían una relación amistosa, cordial y hasta de negocios –la compra del apartamento a nombre del padre- así lo indica. Igual o muy similar a la de los «pringadillos» con el amante de Sobeida.
No faltará quien afirme que el patrimonio del progenitor del jefe de la Policía es suyo y nada tiene que ver con el de su hijo. De acuerdo. Se está dando validez a la firma de la propiedad – me parece correcto-, pero es lo contrario que se hace con los presuntos testaferros de Figueroa. Eso no quiere decir, en absoluto, que como ciudadanos, ante la posibilidad de la existencia de un delito fiscal, tengan que demostrar la procedencia del dinero para la compra del bien.
La vinculación laboral del teniente coronel Estévez –como reveló este periódico- con el mayor general y el constructor español, de confirmarse tales extremos, no hace presagiar, la verdad, nada bueno, aunque hay que reconocer que dejan de ser sospechas sin pruebas concluyentes. Que Estévez -¿está en activo como militar?- fuera el propietario de la intervenida casa de cambio La Piedra por la Superintendencia de Bancos, por operar de forma ilegal es otro indicio de posible lavado de dinero.
Lo más revelador de todo este asunto es que las instituciones del Estado van a remolque de los acontecimientos. Si no existiera filtración, no sabríamos de la relación entre Guzmán y Del Tiempo, de la confirmación de la compra de un apartamento por el progenitor del mayor general, de la relación laboral del jefe de seguridad de la torre Atiemar –al menos en el pasado- con el jefe de la Policía Nacional y la intervención por la Superintendencia de Bancos, una vez que se conoce el apresamiento en España de Del tiempo, de la casa de cambios propiedad del teniente coronel Estévez. Ningún control disparó la alarma. Puede porque no existan controles y porque falten las alarmas. Democracia de chichinabo
Fuente: El Nuevo Diario.